Un ranchero que se las está pasando canutas y está a punto de perderlo todo, se presenta voluntario, por doscientos dólares, para llevar a un peligrosísimo criminal a la estación de tren, donde el reo partirá hacia Yuma, para que le cuelguen por el cuello.
Pero el viaje será largo, duro y sangriento, al seguirle de cerca la banda del asesino y ladrón de diligencias.

Buen remake del célebre clásico (como todos los clásicos, vaya) del "Tren de las 3 y diez para Yuma", western de 1957, dirigida por el simpático Delmer Daves, a quien tantos buenos filmes le debemos.
Aquí no alcanza el lirismo ni la fuerza psicológica de aquélla, siendo mucho más física y violenta, al estilo del cine que se hace hoy en día, con más impacto visual y menos intento de forzar la mente del espectador, que suele estar para otras cosas (me incluyo, a veces).
Esto último no lo digo como algo negativo, ya que, como sabía desde hace tiempo que estrenarían este film, aunque mucho antes pues se ha demorado demasiado, no sé porqué razón, pues me vi la primera para más tarde compararlas.

Sale ganando la de Daves, por supuesto, pero esta se degusta pues es muy diferente. Si no en su espíritu (en esto discrepo de mi hermano Iñaki), sí en lo que se refiere a su desarrollo, muy distinto, con varios nuevos personajes y un final que se le parece como un huevo a una castaña (y peor, el de Heflin y Ford era magnífico y ponía los pelos como escarpias, con la lluvia cayendo por fin a la seca y ya casi tierra).
Pero esta última es bonita, muy entretenida, vistosa y está bien realizada por James Mangold, con estupenda banda sonora y estupenda fotografía, así como un ejemplar trabajo interpretativo de Christian Bale, perfecto en su difícil rol, luchando contra los elementos, los malos y contra sí mismo, o al menos contra lo que todo ser humano tiene de oscuro.
Merece la pena, aunque no pasará a la historia del western, creo.
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