domingo, 27 de septiembre de 2009

LOS VIVIDORES (Mc. Cabe and Mrs Miller). 1971. Valoración: 7,15

A un pueblucho minero llega un buen día un hombre llamado Mc. Cabe, presunto pistolero y jugador de póker.
Se le ocurre abrir un negocio de prostitución, para solaz de mineros. Sin embargo las mujeres que consigue no valen mucho.
Un día llega al pueblo la Sra Miller, una viuda, prostituta de lujo, quien le da algunas ideas a Mc. Cabe, además de proponerle ser su socio a partes iguales.
Al principio no le convence la idea, pero luego se da cuenta que sabe del negocio. Contratan mujeres nuevas y van viento en popa. S
in embargo, una gran compañía le ofrece cierto dinero para que les de las tierras donde se asientan las minas. El, para sacar más dinero, les dice que no. Por ello mandan a tres asesinos a sueldo con el fin de asesinarle.



"Cuando una prostituta tiene tiempo para pensar, la mayoría de las veces le da por arrepentirse. Porque lo aprendieron de pequeñas. Y cuando eso ocurra lo que se llenará será la iglesia y no sus bolsillos".
Atípico western, pero western al fin y al cabo, bien dirigido, con claridad e imaginación en la puesta de escena, por el gran Robert Altman, que no solía tocar este género.
Pero le salió francamente bien, no en vano todos sus elementos son de calidad.
La música y canciones del gran Leonard Cohen, las interpretaciones (con nominación al Óscar para Julie Christie), y magnífica fotografía que saca todo el partido a las nevadas tierras de Canadá.



Además, el guión está bien y tiene su interés, con momentos de violencia y hasta de intriga, aunque al fin y al cabo de lo que se trata es de una más bien original historia de amor.
Quizás lo peor sea el ritmo, algo lento, sin prisas para narrar los diversos acontecimientos, pero mostrando elementos de todo tipo que nos hacen sentir los tiempos en los que se desarrolla la historia.
Así, la dirección artística es de primer orden y los decorados de interiores y vestuario son elementos destacables.
Un poquito más larga de lo que hubiera sido necesario, el film no obstante deja buen sabor de boca.






lunes, 21 de septiembre de 2009

EL ÁGUILA Y EL HALCÓN (Eagle and the hawk, the). 1950. Valoración: 5,70

En 1863 un Ránger de Texas viaja a México junto a un espía del Ejército de la Unión para investigar qué se traen entre manos un jefe mexicano afin a Juárez y un extraño norteamericano que está reuniendo hombres de la peor calaña, comprando muchas armas con grandes cantidades de dinero que no se sabe de dónde viene.
Dicho norteamericano tiene una bellísima hija, o eso es lo que se suponen los dos "amigos", que se siente atraida por el Ránger, siendo correspondida.



Muy irregular westen cuya mayor parte del metraje se puede calificar de rollete, sobre todo en su por así decirlo primera parte. En ella sólo las puyas, bromas y tensiones dialécticas entre los dos protagonistas tienen su gracia, habiendo momentos chistosos junto a otros bastante sosos.
Menos mal que aparece en pantalla, como por arte de birlibirloque una bellísima Rhonda Fleming, aquí muy joven, que sube la calidad general del conjunto, aunque no del argumento, tan convencional y trillado como la rutinaria dirección de Lewis R. Foster.
La intriga es de medio pelo, aunque la historia está rodada en preciosos parajes de Sedona, Arizona (USA), donde el paisaje combina las rojizas tierrar áridas con frondosos bosques rodeados de inmensos lagos. Un lugar de ensueño, que quita el hipo viéndolo en el magnífico technicolor de la época.




Menos mal que en último tercio la acción se torna más intensa, con momentos logrados como el intento de desmembramiento del protagonista, cuando le atan de sus muñecas a dos briosos caballos. Técnicamente es entrañable esta larga escena, no en vano las simpáticas transparencias cantan de lo lindo pero tiene fuerza dramática y se contiene el aliento. Además, hay un evidente peligroso trabajo por parte de los extras cuando la toma en en exteriores.
Aparte de esto, está bien en su épica y sentido del honor, el personaje del jefe mexicano, muy bien encarnado por el orondo Thomas Gómez, cuando comprueba que ha sido traicionado y no tiene más remedio, siguiendo su particular código de conducta, que finalizar la cuestión jugándose el pellejo si es necesario.
Se trata, de un modesto western de serie B, que va felizmente de menos a más y al final deja un aceptable aunque insuficiente sabor de boca.

martes, 15 de septiembre de 2009

AMIGOS HASTA LA MUERTE (Showdown). 1972. Valoración: 6,45

Dos amigos desde la infancia, enamorados de la misma mujer, comparten sueños e ilusiones.
Uno de ellos logra casarse con la mujer, el otro, para no estorbar, decide vivir una nueva vida en otro lugar. Llega a a asaltar en compañía de otros tres hombres un tren.
Su amigo, convertido en sheriff del pueblo, inicia su búsqueda.





Entretenido western, aunque menor dado que se ve a simple vista que no posee más ambición que la de hacer pasar un rato entretenido. Pues objetivo cumplido...y no mucho más...aunque tampoco menos.
Y es que sucede que posee un guión convencional, nada original, y la realización no es de las mejores de George Seaton, autor de alguna peli estimable como por ejemplo "Milagro en la calle 34", "Aeropuerto" y/o "Espía por mandato". Todas ellas alejadas de la obra maestra, pero estimables títulos que conviene recordar.
Pero es que en el año de "Amigos hasta la muerte" estaba ya muy mayor y se nota en la no demasiada frescura y fuerza dramática del conjunto.



No obstante, hay buenos detalles, destacando fácilmente el tiroteo final, muy bien rodado.
En cuanto a los intérpretes, los dos protagonistas (Rock Hudson y Dean Martin) se llevan la palma sobre los mal llamados secundarios, aunque quien está inconmensurable es la siempre excelente Susan Clark, una actriz hoy olvidada, me temo, y que a mí me ha gustado desde siempre.
Buena fotografía de Ernest Laszlo que destaca los bellos paisajes de Abiquiu, Nuevo México, y/o Kernville, California, un lugar recurrente en las pelis del oeste.
Por lo demás, no demasiado.
Un western menor, modesto en líneas generales, que entretiene y cae en el olvido.

sábado, 12 de septiembre de 2009

EL ÚLTIMO HOMBRE DEL VALLE (Fighting Man of the Plains). 1949. Valoración: 5,50


En agosto de 1863, Jim Dancer conduce las guerrillas de Quantreel contra Lawrence, en Kansas.
Yancey, uno de los rufianes del grupo y responsable de su mala fama, arremete contra Evelyn Slochum, informando a Dancer de que el padre de la muchacha es el hombre que mató a su hermano.



Mediocre western realizado con el piloto automático porEdwin L. Marin, un director que aunque nunca hizo ningún film imperecedero sí que tenía oficio y experiencia como para al menos entretener al espectador.
Lo mejor de la cinta es que, indudablemene, cuenta con un buen reparto. El siempre eficaz Randolph Scott, para mí el segundo westermen de la historia del cine, acompañándole en esta ocasión intérpretes solventes y experimentados en esto del far west como Paul Fix, Víctor Jory, Rhys Williams y, entre otros, un jovencísimo Dale Robertson.



Pero no se trata de los mejores filmes de Scott, lo que ya es bastante decir dado que en su larga filmografía hay verdaderas medianías (también excelentes trabajos a cargo de, por ejemplo Budd Boetticher).
Se pasa el rato, pero se olvida de la misma al no tener nada de particular, aunque es estimable el trabajo de Paul Sawtell en la música y/o Philip Martin en el montaje.
Una más, del montón, pero no aburre.

martes, 8 de septiembre de 2009

LAS AVENTURAS DE JEREMIAH JOHNSON (Jeremiah Johnson). 1972. Valoración: 8,33

Un joven decide cierto día abandonar la civilización: compra un caballo y, rifle en mano, asciende hacia las montañas nevadas para vivir en absoluta soledad.
Allí conocerá a una mujer india y con ello se buscará problemas con un grupo de indios que no cejará en su empeño por matarle.


La película preferida de Robert Redford de entre todas las de su carrera. Por lo menos en el plano personal, pues en las dos películas que hizo con Paul Newman se lo pasó de miedo.
"Jeremiah Johnson", su título original, es un film de gran calidad, sobrio, conciso, que se toma su tiempo para contar las cosas.
Posee un argumento aparentemente sencillo, pero que Sidney Pollack engrandece con su sentida épica de gran contenido ético, que aboga por la vida de todos los seres, tanto humanos como animales, amén del amor y respeto por la tierra que se pisa.



Se alternan sabiamente las escenas intimistas, con su tempo cinematográfico tranquilo, pausado pero nunca lento, y otras de tensión dramática e incluso gran suspense, como cuando no se sabe de dónde saldrán los indios para "cazar" al hombre blanco que ha osado entrar en sus tierras sagradas.
Fotografía bellísima a cargo de Duke Callaghan resaltando la grandeza del duro paisaje, con exteriores rodados en el estado de Utah, como por ejemplo, St.George, el Ashley National Fores y/o el Zion National Park.
Excelentes interpretaciones (la mejor de Redford junto con "El valle del fugitivo", y un gran sentido de la justicia y el valor de la libertad, impregnan un film imperecedero que sin duda gana aún más con el paso del tiempo.




viernes, 4 de septiembre de 2009

TRES TEJANOS (Streets of Laredo). 1949. Valoración: 6,55

Jim, Lorn y Wahoo se dedican a asaltar diligencias.
Huyendo de sus perseguidores se separan. Jim y Wahoo no consiguen dar con su amigo.
En un intento por protegerle se alistan en los rangers.
Vuelven a encontrarse, pero ya no son los mismos.



Entretenido western un tanto menor en cuanto a presupuesto y ambición, que no obstante se diferencia un tanto del resto, por lo que conviene tenerla en cuenta.
Leslie Fenton, el realizador, gusta de adornar a sus historias de contextos sociales-políticos-económicos (recuérdese la buena "Smith el silencioso)", elementos que no suelen aparecer en otras del mismo género.



La historia quizás no daba para un largometraje, sobrando algunos diálogos de más, un tanto reiterativos, pero la relación entre los amigos tiene fuerza, resultando la primera parte y el final, briosos y bien rodados. El resto, un poco por debajo, con algunos minutajes con un poquito de paja, de relleno, que no desmerece mucho el resultado final, pero sí que hace que el interés se resienta dado que el ritmo baja y la intensidad dramática disminuye.
Bonitos paisajes, con la inmensidad de Gallup, Nuevo Méjico, que le dota de un aire de continuo peligro, y otros más bellos al ojo humano, que se rodaron en preciosos ranchos privados de California.
Los intérpretes, por su parte, contribuyen con su buen hacer a degustar más fácilmente esta cinta que no se encuentra entre las mejores del género precisamente, pero que resulta agradable y no deja, ni mucho menos, mal sabor de boca.