miércoles, 4 de noviembre de 2009

DALLAS, CIUDAD FRONTERIZA (Dallas). 1950


Acabada la guerra de Secesión, un oficial del ejército del sur, que está reclamado por la ley por haber formado parte de las bandas guerrilleras de Quantrill, llega a la ciudad de Dallas, en Texas, siguiendo la pista de los hermanos Marlow, los que, en su ausencia, asesinaron a su familia, y expoliaron sus propiedades en Georgia.
Busca venganza, pero pronto se enamora de una joven de la ciudad.


Un western apreciada generalmente por la crítica..y que a mí, cuando la ví, eso sí, siendo un niño, no me hizo mucha gracia.
La tendría que ver de nuevo para hablar con más sentido de ella, pues el tiempo es un medio, muchas veces una ventaja, que nos da nuevas perspectivas sobre muchos hechos de la vida, entre ellos el arte. Y el cine es el séptimo.



Yo la recuerdo como un film algo extraño, no por el argumento, el sempiterno de la búsqueda de la venganza, sino por la forma de narrarla, utilizándose, o así la recuerdo, una opresora ambientación (dirección artística a cargo de Douglas Bacon), con oscura y particular fotografía (Ernest Haller), y eso sí, estupenda banda sonora a cargo del mítico Max Steiner.
Interesante de por sí, y bien interpretada, sobre todo por ese gran actor que fue Raymond Massey, como el inteligente y ladino villano, la dirección de Stuart Heisler es algo opaca a mi entender, lo que hace que resulte algo irregular en su desarrollo.
Rodada en ranchos particulares de Los Ángeles y California, principalmente.

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