lunes, 1 de junio de 2009

LA VENGANZA DE ULZANA (Ulzana's Raid). 1972. Valoración: 8

Ulzana es un indio que ha escapado de la reserva por no haber comida suficiente para su tribu.
Le persigue el ejército de los Estados Unidos y él se defiende salvajemente, si hace falta.



Claro ejemplo de la filosofía de vida del gran (para algunos críticos, sobrevalorado...) realizador Robert Aldrich, uno de los que más me ha gustado siempre, al abordar con valentía y brío muchos géneros donde se ponían en solfa determianados comportamientos humanos que menoscaban la libertad y dignidad de otros semejantes.
Aquí hace lo propio, en el personaje de Ulzana, valeroso y también cruel "piel roja", que defiende a capa y espada a los suyos, ante el hambre y pobreza que les han dejado los "rostros pálidos".
Cuando se estrenó, parte de la crítica atribuyó a este excelente film, que era más violento de lo necesario, pero es que el tema daba para ello y ante ciertas situaciones y circunstancias no puede ser de otro modo, sobre todo cuando las armas, el odio y el racismo imperan sobre la lógica, la razón y la justicia.
Duro, sin concesiones a la galería, Aldrich muestra su grandeza narrativa en una puesta de escena sobria donde cada personaje busca su lugar y actúa tanto según sean sus ideas más arraigadas como si su vida corre peligro mortal.






Indios que luchan por su supervivencia y blancos que actúan siguiendo órdenes, aunque estas no sean justas, hecho que mortifica a algunos personajes, como por ejemplo al protagonista (maravilloso Burt Lancaster), un honesto hombre que debe estar en permanente guardia, tanto por si los indios les atacan como por el vanidoso y cruel comportamiento del Ejército.
Atención también al papel de Bruce Davinson, un siempre buen actor, en un papel nada fácil, un hombre íntegro, creyente y religioso, que cree firmemente en la bondad del ser humano, dándose cuenta a lo largo de la historia que no es del todo cierto.
Aunque convenientemente novelado, una auténtica lección de historia, donde se pone de manifiesto, una vez más, la realidad de la conquista del far west por parte del hombre blanco, exterminando si era necesario y sin mayores contemplaciones, a los auténticos americanos, los indios.
Soberbia realización y maravillosa fotografía, además de la violencia explícita, también hay lugar para el lirismo, para la emoción, como en su duro final.
Rodada en agrestes paisajes de Arizona, la seca tierra es uno más de los personajes, otorgándole el clímax necesario de rudeza.


3 comentarios:

Quimérico Inquilino dijo...

Todos los westerns de Aldrich son más que solidos. Que digo todos los westerns, toda su filmografía. Y este no es una excepción. A título personal esta peli me descubrió además a Lancaster como algo más que un divertido saltimbanqui.

Un saludo!

Víctor Bilbao dijo...

Hola, amigo Quimérico,

Pues dos cosas, la A y la B.
La A, que tiene muchísima razón en cuanto al bueno de Robert Aldrich.
Y la B: supongo que esta fue una de las tres primeras películas que viste con Lancaster, ¿no?. Porque a esas alturas ya había demostrado sobrada y ampliamente que había dejado muy atrás su pasado como saltimbanqui.
¡Pues no había hecho verdaderas maravillas!

Un cordial saludo.

Víctor

Quimérico Inquilino dijo...

Jajaja... evidentemente, ya había hecho maravillas por aquel entonces, pero no soy tan viejo como para haberlas visto por orden cronológico. Cuando ví este western, muy jovencito, mi idea de Burt era todavía la de "El halcón y la flecha" o "El temible burlón" (geniales por cierto).