Un grupo de sudistas, veteranos de la Guerra de Secesión, trata de reconstruir sus destrozados hogares.
Sin embargo, la aparición de una mina de cobre desata la codicia y buscan la ayuda de un pistolero.

En esta ocasión logra una bastante amena película, gracias a un ritmo sostenido y un empleo del montaje a cargo de Eda Warren, que hace se siga con atención e interés.

Pero lo más distinguido, con mucho, es el excelente empleo del color, a cargo de Charles B. Lang Jr. que consigue transmitir a través de la cromaticidad empleada los distintos sentimientos y estados de ánimo de los diversos personajes. Y son muchos los mismos, a cargo de un gran número de brillantes característicos de la época dorada de Hollywood. Gente tan solvente como Harry Carey Jr, Frank Faylen, James Burke y/o Stanley Andrews, por citar tan sólo algunos.
Y como protagonistas dos soberbios intérpretes: Ray Milland y Hedy Lamar, siempre bellísima.
Estupendas escenas de acción y buenos diálogos, para una historia que alterna lo trillado con algunas notas pintorescas que la hacen más atractiva.
Bellos paisajes agrestes de Sedona, Arizona (USA).
Gusta mientras se ve y deja un agradable recuerdo.
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